Os voy a contar una historia:
Existe un momento en la fiesta, antes del ritual de los ofertorios que parece que el tiempo se parara, todo se cubre de una especie de ensoñación: el ensimismamiento se apodera de los rostros y de la vida.
Es tiempo de concentración, de prepararse para un ritual que conecta con lo divino, lo ancestral y lo profundo de la Cultura, la que conforma nuestras tradiciones. En esta calma, todo es transparente y limpio, por eso el alma de las cosas y de los seres puede contemplarse y sentirse casi sin abrir los ojos.
En Cepeda de la Sierra cuando Cotu, el «gracioso» o «guion» de las danzas aparece, todo toma de nuevo vida y movimiento. De lejos comienzan a oírse los sones de Marcelino Pérez García el tamborilero local, y es entonces cuando comienza el rito. Danzarines y ramajeras despertarán de sus ensoñaciones y se colocaran para subir danzando hasta la iglesia a honrar a su patrón San Bartolomé.
Más tarde en esta misma plaza donde se dieron cita tendrá lugar uno de los ofertorios que se viven con más devoción y pasión de toda la comarca del sur de Salamanca, la Sierra de Francia. Esto es el Ofertorio de San Bartolomé, en Cepeda de la Sierra.
24 de agosto del 2016
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