Existe un lugar donde la luz dormita, donde cada tarde la lírica del tiempo se reescribe en renglones de melancolía. Es el tiempo anónimo guarecido en los «sobraos», entre cebollas y baúles que un día se cerraron y permanecen callados con la sagrada esperanza de la mano que los abra, de los ojos que descubran sus tesoros ya translucidos aguardando la luz de la existencia.
Aquí todo duerme y todo calla, el pasado, el presente y el futuro que vendrá, porque en su silencio se convierte en templo de nostalgia donde no hay cabida para la voz, solo para los pasos mudos de almas encogidas en recuerdos. Son los «sobraos» más que lugares, estados de conciencia en los límites de la realidad, donde las cebollas cuelgan como cuelgan en la memoria reminiscencias del ayer que fueron en las horas de la nada.
Y yo, seguiré visitando estos lugares, si me lo permiten, porque en ellos se guarda los más sagrado de cada hogar: el tiempo y la memoria.
Texto y fotos: Copyright © Rosa Gómez, All rights reserved